No escucha, no entiende, no gobierna para todos
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Sin bombo y sin platillo, sin ceremonia oficial de por medio, este viernes 11 de mayo, el presidente Enrique Peña Nieto, ordenó la publicación de la Ley General de Comunicación Social en el Diario Oficial de la Federación (DOF), ley que entrará en vigor, el 01 de enero de 2019.
Fiel a su modo de gobernar, de no escuchar a la sociedad que le dio el poder que pidió en las urnas, Peña Nieto expidió y firmó desde el pasado 08 de mayo, junto a su secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida, el decreto de una ley que no establece controles en el gasto del Gobierno en materia de publicidad oficial.
Así como ignoró la petición de no promulgar la Ley de Seguridad Interior que viola derechos de los mexicanos, otra vez el presidente, desatendió el llamado de la sociedad, de organizaciones nacionales e internacionales de derechos humanos y de medios independientes, de que no avalara una ley que legaliza las peores prácticas en el uso del dinero público para premiar editoriales o fustigar medios críticos.
La Ley Chayote como fue nombrada, normaliza el uso de miles de millones de pesos para que el Gobierno en turno se autoalabe sin freno y sin pudor en medios que él mismo elige y patrocina.
En noviembre pasado, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), en un hecho sin precedentes, resolvió a favor el amparo promovido por Artículo 19 y ordenó al Congreso regular la propaganda oficial de acuerdo al artículo 134 de nuestra Constitución, fijando el 30 de abril de este año como plazo.
Nuestros legisladores (es un decir), dejaron transcurrir el tiempo, para aprobar de madrugada, de último minuto y sobre las rodillas, la Ley General de Comunicación Social. Con los votos a favor del PRI, Nueva Alianza, Partido Verde y gracias a la ausencia de varios senadores de “oposición”, la Ley Chayote fue avalada en el Senado de la República, con el argumento de que era impensable que el Legislativo desacatara una sentencia de la Corte.
¡Habrán visto semejante bajeza! ¿Los legisladores excediendo los tiempos? ¿Pisoteando las normas? ¿Violando la Constitución? ¿Cómo se nos ocurre? Era urgente para los senadores del PRI y sus aliados, aprobar la minuta enviada por la Cámara de Diputados, aunque tuviera deficiencias, aunque fuera un esperpento hecho a la medida del Gobierno, una ley que favorece la corrupción, la triangulación de recursos y que vulnera a todas luces el derecho a la información.
Apenas el 03 de mayo pasado, en el marco del Día Mundial de la Libertad de Prensa, el colectivo Medios Libres –conformado por sociedad civil, medios de comunicación, periodistas y diversas organizaciones no gubernamentales- enviaron una carta abierta al presidente Peña Nieto, exhortándolo a que no promulgara dicha ley, ya que la modificación aprobada por el Congreso incumplía claramente la sentencia de la Suprema Corte.
En la recta final de su sexenio, Peña Nieto, le vuelve a dar la espalda a la gran mayoría de los mexicanos, a las voces nacionales e internacionales que han demandado a lo largo de su sexenio un Gobierno más transparente, más justo, más eficiente. Un Gobierno para todos. Pero el jefe del Ejecutivo federal ha preferido de nuevo, no escuchar y actuar como amigo fiel, privilegiando a unos cuantos, que comportarse como el mandatario de México.
Así, en medio de críticas y de múltiples llamados de la sociedad civil, de periodistas, de medios independientes, de legisladores, de organizaciones, de comisionados de la ONU-DH, de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) entre otros, de actuar con responsabilidad y darle al país una ley que transforme la relación de los medios con el Gobierno, el presidente Peña Nieto, en lo oscurito, una vez más, elige pasar a la historia repudiado, que otorgarle a sus gobernados, certidumbre, transparencia y rendición de cuentas.
No es lo suyo, no es su elemento. Enrique Peña Nieto llegó al poder para cubrir durante su sexenio el saqueo a la nación más descarado de nuestra historia reciente, para blindar la corrupción y gobernar desde la impunidad absoluta.
Pareciera que al presidente poco le importa el hartazgo social, el bajo nivel de aceptación de su administración, que su candidato vaya en tercer lugar en las encuestas o que el PRI sea el partido más repudiado por la gran mayoría de los mexicanos. Enrique Peña Nieto, no escucha, no concede, no entiende, no gobierna para todos.
Mientras tanto, los agravios se incrementan. A pocos meses de dejar el poder, sus acciones lo evidencian aún más: por qué, para qué y para quiénes ocupa el despacho en Los Pinos.